Nos entregamos las miradas…
Nos regalamos los “te quiero”…
Nos dimos cien razones para acercarnos…
Y mil pretextos para cuidarnos…
Y sabe Dios que si hay una persona en esta tierra
De quien fuese fácil enamorarse…
Y amar como un hombre ama a una mujer…
Esa mujer serias tú.
Ni siquiera lo dudo cuando lo pienso…
Lo escribo plenamente convencido de tu valor…
Consciente de tu belleza…
Conocedor de tus debilidades…
Admirador de tus encantos…
Si, mujer, lo se muy bien…
¡Enamorarme de ti seria sencillo!
¡Amarte seria un deleite!
Pero feliz o infelizmente,
Debo cumplir con mi deber;
Deber de quien te quiere bien…
Deber de quien se sabe amigo… y hermano de alma…
Deber que me obliga a cuidarte…
Cuidarte de ti… de mí… de todo.
La confusión maldita lastimó tu mente…
Llenándote de dudas y miedos…
De penas y culpas…
De espejismos y utopías…
Porque no soy quien tú crees…
Ni soy lo que tú crees…
Ni sientes lo que crees sentir…
Soy la sombra que te recuerda el ayer…
Soy la voz que te une a ese pasado…
Soy el recuerdo vivo de quien ya murió.
Ves en mis palabras la fantasía de quien ya no las dirá…
Y encuentras en mis abrazos el escape a los brazos que no llegarán…
Si… lo se muy bien… es eso nada más…
Es eso… y no me duele.
Me dolería más ser un simple macho…
Que se aprovecha de tus heridas…
Y que utiliza tu confusión para satisfacer su ego…
Jamás haría tal cosa…
Porque te quiero…
Y no juego con mentiras…
Eres mi amiga… mi hermana… mi protegida…
Y nunca permitiré que la confusión
Se convierta en azote de nuestra calma…
Entre tú y yo no habrá jamás nada
Que interrumpa el fluir de nuestro cariño…
Nuestros besos cruzados…
Nuestras miradas mezcladas…
Nuestros cariños fundidos
En una fonética de abrazos y néctares con sabor a amistad…
Entre tú y yo, ni para el vacío ni para la confusión queda sitio.
Nos regalamos los “te quiero”…
Nos dimos cien razones para acercarnos…
Y mil pretextos para cuidarnos…
Y sabe Dios que si hay una persona en esta tierra
De quien fuese fácil enamorarse…
Y amar como un hombre ama a una mujer…
Esa mujer serias tú.
Ni siquiera lo dudo cuando lo pienso…
Lo escribo plenamente convencido de tu valor…
Consciente de tu belleza…
Conocedor de tus debilidades…
Admirador de tus encantos…
Si, mujer, lo se muy bien…
¡Enamorarme de ti seria sencillo!
¡Amarte seria un deleite!
Pero feliz o infelizmente,
Debo cumplir con mi deber;
Deber de quien te quiere bien…
Deber de quien se sabe amigo… y hermano de alma…
Deber que me obliga a cuidarte…
Cuidarte de ti… de mí… de todo.
La confusión maldita lastimó tu mente…
Llenándote de dudas y miedos…
De penas y culpas…
De espejismos y utopías…
Porque no soy quien tú crees…
Ni soy lo que tú crees…
Ni sientes lo que crees sentir…
Soy la sombra que te recuerda el ayer…
Soy la voz que te une a ese pasado…
Soy el recuerdo vivo de quien ya murió.
Ves en mis palabras la fantasía de quien ya no las dirá…
Y encuentras en mis abrazos el escape a los brazos que no llegarán…
Si… lo se muy bien… es eso nada más…
Es eso… y no me duele.
Me dolería más ser un simple macho…
Que se aprovecha de tus heridas…
Y que utiliza tu confusión para satisfacer su ego…
Jamás haría tal cosa…
Porque te quiero…
Y no juego con mentiras…
Eres mi amiga… mi hermana… mi protegida…
Y nunca permitiré que la confusión
Se convierta en azote de nuestra calma…
Entre tú y yo no habrá jamás nada
Que interrumpa el fluir de nuestro cariño…
Nuestros besos cruzados…
Nuestras miradas mezcladas…
Nuestros cariños fundidos
En una fonética de abrazos y néctares con sabor a amistad…
Entre tú y yo, ni para el vacío ni para la confusión queda sitio.
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